jueves, 7 de agosto de 2014

¿Cuándo atacaremos las causas de este caos internacional?

Niños intentando cruzar la frontera que divide la violencia con la esperanza, mujeres llorando la muerte de sus hijos tras una explosión cercana y familias desconsoladas ante la caída de un avión que trasladaba casi trescientas personas. Centroamérica, Gaza y Ucrania, ejemplos e imágenes de un mes lleno de horror, impotencia y tristeza. 

Seguramente estas tres regiones del mundo sean las que hoy llaman más la atención pero tendemos a olvidarnos que en Siria, Libia, Irak, Afganistán y Nigeria siguen muriendo cientos de civiles. La falta de un liderazgo mundial puede ser una de las causas de este caos internacional o tal vez lo que el analista venezolano Moises Naim definió como “el fin del poder”, la lucha constante entre los grandes actores dominantes y los nuevos micropoderes que le desafían.

La carencia de instituciones que asuman responsabilidades nos lleva a un terreno peligroso. El debate sobre la reforma en las Naciones Unidas, tan olvidado en el último tiempo, deberá resurgir de forma urgente.  
El terrorismo y la exclusión social en África

El 11 de mayo de este año El País de Madrid publicó un artículo sobre la composición del grupo yihadista nigeriano que siembra terror en el África Occidental. El análisis titulado “La miseria nutre las filas de Boko Haram” remarca que los jóvenes del estado nigeriano de Borno, golpeados por el desempleo y la miseria, queman escuelas y vigilan soldados a cambio de dinero.

El gobernador de la región, con razón, relaciona la exclusión social con este tipo de actitudes violentas. La precaria educación y la pobreza hacen caldo de cultivo para grupos extremistas religiosos que no solo ofrecen dinero, sino que los convencen sobre un modo de vivir y pensar. Esta es la realidad del norte de Nigeria, un país de 160 millones de habitantes, la mayor economía de África. La falta  de oportunidades laborales, la corrupción y la no existencia de una razón por la cual vivir, convierten a la juventud en vulnerable.
El escape a la violencia en Centroamérica

Si a vulnerabilidad nos referimos, que mejor ejemplo que los niños centroamericanos que intentan cruzar solos la frontera con Estados Unidos. Intentando escapar a la intimidación de las maras, ciudadanos de Honduras, Guatemala y El Salvador se tardan semanas en cruzar a México para luego pasar la migra y reunirse con sus familias o luchar por el sueño americano. Este no es un conflicto geopolítico, tampoco se trata de grupos extremistas religiosos ni de enfrentamientos entre potencias regionales por temas comerciales. Es la economía más grande del mundo con una de las zonas más violentas en el patio trasero.  

La avalancha proveniente de Centroamérica desborda los centros de acogida norteamericanos y prende todas las alarmas. Las historias traumáticas así como la violencia de las maras son las novedades de último momento. Los gastos en reforzar la seguridad en la frontera son cada vez mayores así como el desembolso anual de los países centroamericanos para luchar contra estas organizaciones criminales. Se sigue gastando dinero para atacar las consecuencias en vez de ahondar esfuerzos por combatir las causas de esa violencia o esos movimientos migratorios desesperados.  
El nacionalismo en Eurasia

Distinto es el conflicto en Ucrania que a pesar de tener las mismas consecuencias, violencia y muerte de civiles, tiene un perfil geopolítico. La puja creciente entre Rusia y Europa por el territorio ucraniano terminó derivando en un peligro constante, tal es así que fue derribado un avión comercial de Malaysian Airlines, con un saldo de 300 civiles muertos. Es la impotencia ante una Rusia que no sabe de frenos y que deja expuesto los titubeos de la Unión Europea en materia de política exterior.

Putin marcó posición en el tema nuclear iraní, se fortaleció en la crisis de Siria y avanzó en el conflicto ucraniano. Rusia se muestra firme ante la falta de un liderazgo global, arma a los separatistas prorrusos e intenta lidiar con las sanciones económicas impuestas por Washington y la Unión Europea. Ante dicha situación, Moscú sale a pasear por el mundo buscando socios que miren más las balanzas comerciales que los Derechos Humanos. Es que el comercio lo es todo en el siglo XXI, la dependencia de Europa en el gas ruso imposibilita a Bruselas una posición dura ante Putin.
El histórico conflicto entre palestinos e israelíes

Conflictos geopolíticos y humanitarios se reproducen en Medio Oriente. La tensión entre Israel y Palestina, con este nuevo capítulo en Gaza, fue el foco de atención en el último mes. El extremismo de Hamas y la reciente incursión israelí dejó un saldo importante de civiles muertos. Uno de los tantos conflictos abiertos en la región: sectarismo en Irak, la guerra civil sin tregua en Siria y el caos total en Libia, luego de tres años de la caída de Khadafi.

Las soluciones escasean y la muerte de civiles aumenta. Una ecuación negativa de un mundo que no sabe de líderes ni de organizaciones con poder real. Un sistema en el que nadie quiere asumir el liderazgo y marcar la agenda, lo que Ian Bremmer, politólogo norteamericano, denominó el “mundo G-0”. Un Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, polarizado entre Estados Unidos y Rusia, que pide a gritos una reforma debido a que el otro gigante, China, aprovechándose de su creciente influencia en América Latina, África y los países árabes, se mantiene con la bandera de la “no intervención”.

Los espirales de violencia se reproducen en distintas regiones y no siempre por culpa de un grupo extremista religioso. Deberíamos preguntarnos ¿Por qué Hamas gobierna en Gaza? ¿Por qué los niños de Centroamérica cruzan solos hacia Estados Unidos? ¿Por qué Boko Haram es tan fuerte en el norte de Nigeria? ¿Por qué Honduras, El Salvador y Guatemala tienen índices de homicidios tan altos? ¿Por qué? Algún día nos tendremos que preocupar más por las causas que por las consecuencias.

En definitiva debemos entender que este caos internacional no solamente proviene del fanatismo religioso o la ambición nacionalista de determinados líderes. Existen también conflictos humanos, solucionables, relacionados más con la pobreza, la exclusión y la desigualdad que con lo peor de nuestra civilización. 

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