Durante
décadas los países de África tuvieron una historia y problemas en común. 55 naciones
y alrededor de 150 millones de habitantes presos del hambre, la guerra y los
conflictos fronterizos. Hoy el panorama es distinto, los desafíos pasan por la
democratización y un crecimiento económico que permita dejar atrás un pasado
oscuro. Sin embargo África no es homogénea y los niveles de avance son muy
dispares. Angola es uno ejemplo para conocer los retos actuales
del continente.
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Luanda, capital de Angola, es considerada como una
de las ciudades africanas con una experiencia urbanística revolucionaria. Con
el objetivo de convertirse en una especie de Dubai, según el deseo del
presidente Eduardo Dos Santos, esta urbe ha ido cambiando rápidamente con una
reconstrucción a toda velocidad. Autopistas, hoteles, autos lujosos y
escenarios deportivos de primer nivel contrastan con un déficit de vivienda
para la mayoría de la población. Esa es la foto de Angola: una mayoría se
beneficia de las riquezas que provienen del subsuelo mientras la corrupción, la
mortalidad infantil y el hambre campea como si nada.
Angola es uno de los países más ricos en recursos
del continente africano. El petróleo junto a la extracción de diamantes le permitió
al país un gran crecimiento desde 2002, con un aumento de 11% de media anual y
pronósticos de 7% hasta el 2016. Miembro de la Organización de Países
Exportadores de Petróleo (OPEP) desde 2007, fue el segundo mayor productor tres
años después y actualmente concentra alrededor del 90% de sus exportaciones en
el oro negro. El despegue económico le permite atraer inversiones
internacionales e incluso miles de inmigrantes, tanto de países vecinos como de
la ex colonia, Portugal. Estos últimos cubren los vacíos en recursos humanos
calificados, ingenieros, médicos, entre otros.
Hoy en día Angola tiene la posibilidad de elegir con
qué países negocia, algo que no ocurría en la época colonialista. En este
sentido China se presenta como socio estratégico, siendo el segundo comprador
del petróleo angoleño. Las empresas de este país asiático son clave en las
miles de obras de infraestructura, que abarcan carreteras, viviendas y
edificios gubernamentales. El Banco Mundial utiliza el término “modelo Angola”
para definir el intercambio de infraestructuras por petróleo. Las conexiones
entre China y Angola datan de los acuerdos de 2004, con la participación clave
del Exxim Bank y Sonangol, la empresa petrolera del país africano. Sin embargo
los beneficios de estos intercambios claramente quedan en manos de las élites
de este régimen autocrático.
El déficit democrático en Angola
El crecimiento de la industria petrolera contrasta
con los escasos avances en otras áreas. Angola, tercera economía del África
Subsahariana, sufre la falta de manufactureras locales y ofertas de servicios,
que claramente encarecen al país. Si bien el mercado sustituyó a la
planificación socialista, la carencia de infraestructuras es uno de los tantos
desafíos del gobierno de Dos Santos. Además de lo que suponen los retos
económicos, Angola tiene un gran debe democrático. Para las elecciones que ganó
el actual presidente en 2010, el oficialismo se benefició del monopolio de los
medios de comunicación, la maquinaria electoral y la cantidad de partidos
pequeños que se presentaron a los comicios.
Aunque estemos lejos de la democracia y Dos Santos
modifique la Constitución a su favor, Angola logró una estabilidad política
atractiva, fruto de la reconciliación nacional. Luego de la guerra colonial
(1961-1975), en la cual el país obtuvo la independencia formal y dio fin a la
dominación portuguesa, las facciones que lucharon por el poder iniciaron una
guerra civil que finalizó recién en abril de 2002, siendo ésta la más duradera
del continente. El conflicto dejó un daño económico y social muy grande. La
tregua entre el Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) de Dos
Santos y la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA) se dio
tras la muerte de Jonás Savimbi, líder de esta última mencionada.
Angola como ejemplo de los desafíos continentales
Angola superó dos de los problemas endémicos de
África, la guerra y las disputas territoriales pero los desafíos siguen siendo grandes.
El despegue económico y el crecimiento demográfico de esta ex colonia portuguesa
le posibilitan convertirse en un león africano que imite el camino que alguna
vez trazaron los tigres asiáticos. El avance de Angola se enmarca dentro de un progresivo
ascenso de la clase media que convertirá a África en uno de los mayores
mercados del mundo. Sin embargo en un continente tan extenso no podemos
homogeneizar y hay que tener en cuenta que los avances de los países serán
dispares.
Hasta el momento las riquezas de África
sirvieron para enriquecer a dictadores y multinacionales. El crecimiento es
frágil si sólo se basa en la exportación de materias primas. Para la obtención
de un futuro más próspero son fundamentales los cambios en la educación,
formación, infraestructura así como las reformas políticas. La pacificación es
fundamental si viene de la mano con la democratización y con transformaciones
económicas a largo plazo. En África material no falta pero estará en los
propios africanos aprovechar el potencial y poner al continente olvidado en un
lugar digno.
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